"Los criados en multitud, unos se ocupaban de un gran toro, otros cortaban con el bronce leños secos, otros hervían en el fuego agua para el baño; y ninguno había que cejara en su esfuerzo sirviendo al rey. Entretanto Eros, a través de una blanca neblina, llegó invisible, agitado, como sobre las recentales terneras en el pasto acomete el tábano, que los pastores de bueyes llaman moscardón. Pronto bajo el dintel, en el vestíbulo, tendió su arco y de la aljaba sacó un dardo nuevo, que acarrearía muchos lamentos. De allí, con sus ágiles pies, inadvertido cruzó el umbral con los ojos chispeantes".
Apolonio de Rodas, Argonáuticas , Libro III.
I
Una rara playa de coral blanco. Le pregunto al compañero que ha quedado a mi lado si es francés. "Soy inglés", dice, "pero en cada viaje me preguntan eso, si soy francés". "¿Por qué?", me asombro. "Je ne sais pas".
II
Arrastrado por decenas de hombres, el barco rueda sobre las arenas del desierto, verdes y crujientes como cristales de olivina.
Jasón, ya casi desnudo, ha perdido su única sandalia.
III
Hay que bajar por escalones de lava y en el corazón del monte el frío desmiente el lugar del mundo en el que estamos, y de a ratos hay que reptar por túneles llenos de barro donde la lava endurecida forma estalagmitas que amenazan con rasgarnos la ropa.
IV
Pesadilla en lo profundo de la noche: Jasón ha cubierto su rostro con barro, tal vez con azafrán. A la larga luz de las lámparas, el héroe barbado se ve tan pelirrojo como Aquiles, tan rubio como un demonio del trigo, tan alto como Polifemo. Relampaguea su iris, azul, verdegris, dorado.
V
Si la grulla pasa entre las rocas, la nave también tiene asegurado el cruce. La grulla pasa --unas pocas plumas se desprenden con un golpe seco-- y entonces la nave va.
VI
Ballet terrible. Medea envía a Creúsa un regalo: un manto, un vestido de bodas. Ríen las Furias de cabellera verde, de violáceas, membranosas alas de murciélago.
VII
Mil kilómetros océano adentro la sal quema la piel de tal manera que, llegado cierto punto, solo se piensa en calmarla con agua dulce.
VIII
Los muros del castillo son círculos concéntricos. Entre dos torres, el patio parece una plaza de toros. Hombres de capas carmesíes giran en torno al árbol-serpiente.
Hay dos apariciones blancas, como de harina tamizada: una mujer, un perro alano.
IX
El portal de las Rocas Azules se cierra para siempre, porque un barco ha podido franquearlo. "Esa puerta estaba abierta solo para ti".
X
No visto piel de pantera sino de tortuga: una caparazón abandonada de galápago que llevo como armadura de caballero medieval.
XI
Jasón se ha transformado en un cartógrafo inglés. Es hora de comer, pero todo lo que hay en la fuente danza y vibra. En torno a la mesa de madera, sus compañeros regurgitan animales fantásticos. Jasón, tal si fuera Jonás, es devorado y devuelto por un dragón azul.
XII
Carpir las zaleas, lavar las arenas, esperar con paciencia que las cosas caigan por su peso, que se asiente la grava, que los granos de oro, si es que ahí están, comiencen a lucir.
XIII
Jasón pasa por Roma. El templo parece un bosque petrificado. Las columnas tienen garras de harpía. Del brazo del héroe cuelga la preciosa piel.
La sombra avanza desde una esquina. En otra el dios vengador observa, y su mirada cala los huesos.
XIV
La serpiente lame la mano de Medea, que le ha ofrecido sus hierbas santas como pan de jengibre. Jasón cae sobre sus espaldas, las piernas abiertas, los brazos en cruz.
XV
(Cuentan que en la Cólquide colocaban las pieles de cordero como cribas en los lechos de los ríos y luego las colgaban, cargadas de oro en polvo, listas para esperar a los ladrones).
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Montevideo, 2016.
Imagen: "VIY" (2014), de Oleg Stepchenko.